en detalle

España, PISA 2018 y todo lo que nos queda por hacer

  • Nuestro país vuelve a conseguir una puntuación media ligeramente por debajo de la media de la OCDE
  • España necesita un sistema educativo capaz de anticiparse, continuo, inclusivo y, ante todo, digital

Los resultados de España en el informe PISA 2018 (publicado hace poco más de un mes) han sido muy controvertidos. Nada nuevo hasta aquí, porque, realmente, lo son casi en todas las ediciones. Al fin y al cabo, es el momento de compararnos con otros países y poner a prueba cómo de bien (o mal) estamos formando a nuestras nuevas generaciones. Y salen las vergüenzas.

Este año, a los titulares habituales (“Los alumnos españoles se hunden en ciencias”, “Radiografía del descalabro”, “Nueva alarma…”), se ha unido la anomalía en la prueba de Lectura, que nos ha dejado con unos resultados muy parciales y bastante pobres. Pero ¿cuánto de cierto o alarmante hay en estos datos?, ¿qué hemos hecho, estamos haciendo o podemos hacer de aquí en adelante?, y ¿por qué le interesa a un país como España sacar una buena puntuación en este test?

El vaso medio lleno, o medio vacío

Lejos de lecturas excesivamente negativas, los resultados de España en PISA 2018 son coherentes con ediciones anteriores.

Nuestros estudiantes se mantienen en el nivel de competencia 3, con una puntuación media levemente por debajo de la media de la OCDE. Es más, nuestro país se ha quedado al margen de los descensos registrados en un buen número de economías avanzadas. En esa media, además, solo se tienen en cuenta los países de la OCDE, por lo que, si ampliamos la comparación e incluimos a todos los estados del estudio (o sea, los de la OCDE más 40 no miembros), nuestro país queda por encima de la media global. La gran brecha se crea, en cualquier caso, con los países asiáticos punteros.

España se sitúa así en la posición 30, al nivel de Lituania, Hungría, Estados Unidos, Luxemburgo o Rusia, sin excesiva desviación con respecto a la posición teórica que le correspondería en función de su PIB per cápita y el nivel socioeconómico de los alumnos −factores determinantes en los resultados−.

Ante la ausencia de datos de Lectura, el desempeño en Matemáticas se ha mantenido estable, y la tendencia en Ciencias ha caído 9,5 puntos entre 2015 y 2018; sin embargo, a pesar de este descenso (que sí es estadísticamente significativo), cuando se mira el histórico del estudio, no se detecta una tendencia clara ni ascendente ni descendente.

En detalle, ciencias

El informe PISA define la alfabetización en Ciencias como la capacidad de interactuar con aspectos relacionados con las ciencias, y con las ideas de la ciencia, como un ciudadano reflexivo. Una persona con esta capacidad, desea involucrarse en discursos razonados sobre ciencia y tecnología, lo que requiere de una serie de competencias para explicar los fenómenos, evaluar y diseñar encuestas, e interpretar los datos y las evidencias de forma científica. En sociedades modernas, ese entendimiento es necesario no solo para las carreras científicas, sino también para cualquier ciudadano que desee tomar decisiones informadas en muchos temas de actualidad.

 

España, con una puntuación de 483,25 en PISA 2018, presenta los peores resultados en el ámbito desde que se empezó a evaluar este ámbito (2006), aunque con variaciones interanuales muy reducidas. Apenas 13 puntos separan la máxima puntuación obtenida por España (PISA 2012) y la mínima de este año.

Evolución de los resultados en la prueba de Ciencias

 

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Fuente: Elaboración propia, basado en datos de la OCDE-PISA 2018
Cada línea representa un país. España (rojo), Big4EU (azul) y media OCDE (negro).

Un 79% de los alumnos españoles supera el nivel 2 (frente a un 78% de media en la OCDE), mientras que apenas un 4% se sitúa en el nivel de excelencia (5 o 6) frente al 7% de media de la OCDE. Esta proporción llega a alcanzar el 32% en las provincias de China analizadas, y el 21% en Singapur.

De este modo, la brecha en puntuación media entre España y el país líder se ha incrementado y es ya muy significativa, superando los 107 puntos (el equivalente a dos años académicos de diferencia).

En detalle, matemáticas

PISA define la alfabetización matemática como la capacidad de los alumnos de formular, emplear e interpretar las matemáticas en una variedad de contextos. Esos contextos incluyen no sólo situaciones familiares para los alumnos (cocinar, hacer la compra o ver deportes, etc.), sino también otros ocupacionales, sociales y científicos (valorar el coste de un proyecto, interpretar estadísticas, modelar fenómenos naturales, etc.).

Para obtener buenos resultados en esta prueba, los estudiantes deben ser capaces de razonar de forma matemática y usar conceptos matemáticos, procesos, hechos y herramientas para describir, explicar y predecir fenómenos. En definitiva, en informe PISA trata de medir cómo de bien extrapolan lo que saben y aplican su conocimiento matemático en una amplia variedad de situaciones.

 

En Matemáticas, un 75% de los alumnos españoles quedaron encuadrados por encima del nivel 2, frente a un 76% de la OCDE. Mientras, un reducido 7% alcanzó los niveles de excelencia (5 y 6), frente al 11% de media de la OCDE. Seis países asiáticos superan el 20% en esos niveles más altos, llegando al 44% en el caso de las cuatro provincias chinas.

En términos de puntuación absoluta, los resultados medios se mantienen estables en España. La caída en la última edición del estudio (4,5 puntos, hasta los 481,4 puntos) no es estadísticamente representativa, y la variación desde 2003 entre el máximo (485,8) y el mínimo (480,0) es de apenas 5,9 puntos.

Evolución de los resultados en la prueba de Matemáticas

 

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Fuente: Elaboración propia, basado en datos de la OCDE-PISA 2018.
Cada línea representa un país. España (rojo), Big4EU (azul) y media OCDE (negro).

Lo preocupante en este caso, al igual que en Ciencias, es la falta de progresión relativa, en un escenario en el que las economías emergentes presentan unas tendencias ascendentes muy marcadas. La distancia entre España y el líder de la muestra ha pasado de ser de 65 puntos en 2003 a 110 en 2018, con un salto de 32 puntos solo el último año.

En detalle, comprensión lectora

En un entorno crecientemente tecnológico, el PISA define la competencia de Lectura como la capacidad de los alumnos de entender, usar, evaluar, reflexionar sobre e interactuar con textos para conseguir unos determinados objetivos, desarrollar conocimientos propios y participar en la sociedad. Esto incluye no solo ser capaz de entender y comunicar información compleja, sino ser capaz de distinguir entre hechos y opiniones al leer sobre un tema desconocido.

Tres de los procesos anteriores (localizar información, entenderla, evaluarla y reflexionar sobre ella) se resumen en el cuarto proceso, que la OCDE define como fluidez lectora, cuya medición ha supuesto la introducción de nuevas pruebas en esta oleada del test. Son justamente las que han generado anomalías en España.

 

De nuevo, en 2018 las economías asiáticas (China y Singapur) obtienen las puntuaciones más altas en este ámbito. En la OCDE, Estonia, Canadá, Finlandia e Irlanda destacan. Aunque no tenemos datos de este año, nuestro país obtuvo su mejor puntuación en esta prueba en la anterior edición (496 puntos en PISA 2015).

Evolución de los resultados en la prueba de Lectura

 

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Fuente: Elaboración propia, basado en datos de la OCDE-PISA 2018.
Cada línea representa un país. España (rojo), Big4EU (azul) y media OCDE (negro).

 

Otros datos destacados del estudio

España tiene menos alumnos excelentes que la media (solo un 7% de los jóvenes en el nivel 5 o superior, frente al 11% de media de la OCDE), lo que puede tener un efecto arrastre sobre el resto de sus compañeros. Es más, es perceptible un descenso en el porcentaje de alumnos con resultados excelentes y un incremento de los alumnos con resultados deficientes. Esto es menos relevante para aquellos territorios que atraen capital humano (ej. Madrid, Barcelona), pero muy negativo para las regiones que se ven obligadas a exportarlo.

Por géneros, ellos rinden mejor en Matemáticas (6 puntos) y ellas en Ciencias (2 puntos), pero la diferencia resulta estadísticamente insignificante. En cualquier caso, en los análisis de la OCDE, España sí aparece levemente por encima de la media en equidad, pero lejos de países nórdicos como Islandia, Noruega o Dinamarca, que lideran el ranking.

España es, por otro lado, el cuarto país de la OCDE con la tasa más alta de repeticiones (con un 29% frente al 11% de media en la OCDE). Aquí hay un agravante: España es el segundo país con la mayor brecha en la repetición de curso entre alumnos con mayor y menor capital socioeconómico. Es decir, a igualdad de rendimiento, repiten más los alumnos de contextos desfavorecidos.

Eso sí, destaca el buen clima educativo en nuestras aulas, con niveles de acoso muy inferiores a los del resto de países, y con tres cuartos de los estudiantes manifestando estar felices con su vida, aunque esto no evita que los niveles de absentismo escolar sean elevados entre los adolescentes españoles.

Finalmente, el informe PISA confirma que existen diferencias pronunciadas en los resultados entre las distintas Comunidades Autónomas, existiendo distancias equivalentes a un curso académico entre la más avanzada (Galicia) y la más retrasada (Islas Canarias). Y la distancia entre las más avanzadas y las más retrasadas se ha reducido, aunque más por la caída en la valoración de las primeras que por la mejoría de las segundas.

 

Evolución de los resultados en la prueba de Matemáticas y Ciencias a nivel regional, 2015-2018

 

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Fuente: Elaboración propia, basado en datos de la OCDE-PISA 2018.

 

Hay expertos del Banco Mundial que señalan que las principales caídas se han producido en el interior y en regiones del Mediterráneo, donde los recortes en educación en los últimos años han sido mayores.

Competencias para un futuro digital

En un mundo crecientemente digitalizado e interconectado, hay aptitudes y capacidades (digitales y no digitales) que se antojan esenciales para que los países puedan alcanzar todo su potencial. Una combinación de conocimiento, soft skills y capacidad crítica, por mencionar solo alguna de ellas. Es ahí donde entra el informe PISA y por lo que es relevante. Porque no es un test al uso que pretende determinar si los estudiantes en edades cercanas a completar su educación obligatoria son capaces de recordar fechas y conceptos, sino que evalúa su capacidad de extrapolar lo aprendido, demostrar estrategias de aprendizaje efectivo y aplicar su conocimiento de forma creativa en contextos desconocidos. Por eso mismo, el estudio ha ido evolucionando y, sin ir más lejos, en 2021 se añadirá la evaluación del creative thinking, y en 2024 el aprendizaje en un mundo digital.

En este sentido, los resultados de España en PISA 2018 reafirman los arrojados por otros informes y análisis tanto referidos a nuestro sistema educativo como a las etapas posteriores, que tienen que ver con los niveles de empleabilidad de nuestra población activa o nuestra adaptación a las demandas de los nuevos mercados de trabajo. 

La OCDE insiste en lo mucho que los factores socioculturales (como paro, nivel de renta, nivel educativo medio de la población) afectan a los resultados. Por eso, hay que tener en cuenta que los alumnos analizados en España en el informe PISA 2018 son una generación criada en un contexto de crisis y recortes educativos que empezaron en 2011. De hecho, España ha tenido un retraso histórico en el ámbito educativo, que puede haber generado una cierta inercia histórica y también explicar parte de las diferencias entre regiones dentro del país.

PISA confirma que España está perdiendo una oportunidad de recortar las distancias con las economías líderes; algo que sí están aprovechando las economías asiáticas.

En este sentido, a la vista de los resultados históricos, no parecen apreciarse efectos de la introducción de la actual ley educativa (Lomce, de 2013). Es más, teniendo en cuenta que los efectos de las transformaciones educativas se observan a medio plazo, lo que sí parece mostrar esta nueva edición de PISA es una pérdida de oportunidad de recortar las distancias con las economías líderes; una oportunidad que sí están aprovechando varias economías asiáticas. Esto, además, en un contexto en el que los países de la OCDE han incrementado un 15% su inversión por estudiante en los últimos 10 años, sin resultados positivos aparentes, lo que sin duda exige un análisis más profundo de por qué no llegan las mejoras.

Por otro lado, los negativos resultados de algunas de esas economías líderes, como Finlandia, que en muchos casos se han usado como modelos a seguir por otras economías, ejemplifican cómo no se deberían tratar de importar modelos sin analizar adecuadamente el contexto socioeconómico del propio país. Las economías asiáticas han despuntado en el informe PISA con modelos diametralmente opuestos.

En cualquier caso, esto no impide señalar alguno de los factores que claramente necesitan una profunda reflexión en nuestro país, como la formación y especialización de los docentes, la necesidad de una mayor dotación, la rigidez de los programas, la ausencia de formación adecuada en soft skills, una mayor atención a la diversidad, una mayor aproximación práctica, o la introducción de mayores niveles de innovación y de habilidades en tecnologías emergentes, entre otros.

El objetivo, no obstante, no ha de ser mejorar la posición de España en un test u otro, que no deja de ser una medida arbitraria (aunque muy bien armada). Se trata, más bien, de aprender de los distintos modelos educativos que el test analiza, de adaptar los propios a las realidades y necesidades de nuestro país, y, por supuesto, de realizar una reflexión adecuada sobre hacia dónde se quiere ir y diseñar políticas a medio y largo plazo con objetivos claros y la dotación de recursos adecuada.

España necesita un sistema educativo capaz de anticiparse, continuo, inclusivo y, ante todo, digital, que incorpore, a todos los niveles, las habilidades digitales necesarias para mejorar el acceso al empleo, la productividad y la competitividad de nuestras empresas y que aproveche, así, las oportunidades que nos brinda este entorno global.

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