Desde el principio de la historia, el ser humano ha experimentado la necesidad de construir objetos que facilitaran su trabajo y mejoraran su vida. El talento acumulado durante siglos se traduce hoy en Inteligencia Artificial, vehículos autónomos y asistentes virtuales. El momento histórico actual es la universalización de Internet que posibilita, e incluso exige, la transnacionalización de la Economía.
En esta renovación, el potencial reside en las competencias tecnológicas de la población y en la capacidad del sistema para adaptarse a la digitalización y ser competente en el mercado global y local.
El tándem entre tecnología y economía emplea a 17 millones de personas de forma directa y 15 millones de forma indirecta (GSMA, 2017). Sin embargo, también se han destruido trabajos tradicionales en los que las personas han sido sustituidas por máquinas. Son innegables los efectos globales de la informática y para poderlos aprovechar de manera positiva hay que concentrarse en dos áreas: en los profesionales digitales y en la producción y atracción de talento. Si bien en el pasado el ingenio se presentaba ante las empresas, ahora son las compañías quienes deben generar, atraer y retener profesionales del entorno tecnológico.
La conversación actual aborda la relación entre la calidad de escuelas TIC y la empleabilidad de los jóvenes en el mercado laboral, es decir, su formación como trabajadores con habilidades digitales. Estos son los cimientos con los que cuenta un país para aprovechar el potencial económico de la globalización.
Diversos informes de la OCDE, de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) y del Fondo Económico Mundial (WEF) desglosan estas dos categorías para analizar en detalle cómo se conectan y cómo se pueden mejorar estas bases.
En primer lugar, es necesario examinar el mercado laboral digital en sus dos vertientes. Por un lado, el empleo en el sector de las tecnologías de información y comunicación y, por otro, el empleo en actividades que requieren el uso de estas competencias, con independencia de la actividad principal de la empresa. Incluidos en este último nivel se encuentran trabajos como el de los desarrolladores, los especialistas en TIC, las especialistas mujeres en TIC, los recursos humanos dedicados a ciencia y tecnología (HRST) y los investigadores de estas tecnologías.
Para obtener una visión general de la magnitud del sector tecnológico en España, el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y la Sociedad de Información (ONTSI) estimó que en 2017 había 23.427 empresas en este ámbito. Estas ocupaban a 367.906 personas en actividades de fabricación TIC y servicios digitales como el comercio electrónico o las actividades de las telecos. En la actualidad existen 2.847.735 empresas registradas en la Seguridad Social en España, según las cifras del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad de enero de 2018.
En comparación al resto de países que se han contemplado en los informes mencionados, España no está tan bien posicionada de manera general en cuanto a generación de empleo en el sector específico de las TIC. Sin embargo, cuando se trata de trabajos especializados en TIC, con independencia del sector en el que actúe la empresa, España destaca con respecto a los líderes digitales europeos y mundiales.
Esto se evidencia en los informes de la OCDE de 2014 y 2016 que reflejan que la economía española se encuentra en el puesto número 13 sobre 30 en relación a la empleabilidad de mujeres especialistas en el mundo digital y en el octavo sobre 19 en número de especialistas desarrolladores. En este sentido, y aunque la brecha de género siga siendo amplia, el Instituto Nacional de Estadística (INE) junto con el ONTSI mostraban en su informe ‘Indicadores de la Sociedad de la Información por género’ de marzo de este año que, cuando se trata de buscar trabajo, las mujeres están más digitalizadas. A pesar de que la diferencia es pequeña, el 23,4% de las mujeres usan Internet para buscar empleo mientras que para los hombres este porcentaje es del 22,4%.
Además de la creación de empleo en España, la segunda condición a la que se refieren los informes de la OCDE y el WEF para lograr un sistema económico digital competente es la capacidad para producir y atraer talento.
Hay que pensar de dónde vienen dichos profesionales, si se forman dentro de España o si esta se nutre de personas de otros países. Aquí, los indicadores más importantes son el número de graduados en TIC y la capacidad de atraer el potencial extranjero en relación a la población inmigrante.
La preparación para atraer talento en España no es tan alta como la experiencia que tiene para producirlo. Dentro del territorio español el 13% de la población es extranjera, hasta 6,1 millones de personas, pero pocas de ellas están empleadas en puestos relacionados con las tecnologías. En función a estas cifras, el WEF determina que España no es tan competente como otros líderes europeos y mundiales (Suecia, Singapur o Estados Unidos, entre otros) para ocupar a extranjeros en las TIC. Sin embargo, el potencial de otros países en este ámbito favorece a la población española a trabajar en otros países y esta fuga de profesionales ralentiza el avance de la sociedad digital en España.
Aunque el potencial de atracción no sea tan grande como el de otros países, España necesita profesionales especializados. Según un informe del principal portal de empleo de tecnología (TICJob), los puestos más demandados en la actualidad por las empresas son el de programador, el de analista de programador y el de consultor, como indicaban los informes de empleabilidad.
La Comisión Europea prevé la creación de entre 750.000 y 900.000 puestos de trabajo relacionados con la tecnología sin cubrir en 2020, de los cuales 85.000 estarán en España. Para fomentar la llegada de profesionales, la Comisión Europea ha puesto en marcha la iniciativa “Horizon2020” para financiar el sector de investigación en Ciencia e Innovación (HRCT). Desde hace 30 años se han invertido más de 200.000 millones de euros en este campo y se planea una nueva inversión de 30 millones gracias a este programa, financiado en parte por el Consejo Europeo de Investigación.
Es necesario fomentar la educación en ciencia y tecnología, no solo en niveles superiores, sino también a lo largo de todo el proceso educativo. Contar con recursos humanos con destrezas digitales es uno de los grandes retos para la economía del siglo XXI. Esto, en sintonía con la mejora de visibilidad de los programas ya existentes de atracción de talento, es una de las bases de la economía digital en la actualidad.